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viernes, 25 de julio de 2008

Mientras esperaba a que salieras del cine, me mataba el dolor de estomago que siempre me da cuando estoy nervioso. Quería evitar hace semanas fumar en este tipo de estado, pero es casi inevitable sentirme como me siento.

El segundo cigarrillo, el que se fuma de corrido cuando terminas el primero; ése es el que me hace sentir gente otra vez. Puedo volver a andar con prisa sin mirarle la cara a la nadie. Pierdo finalmente la vergüenza, cumplo con la cuota de muerte que me pide el estomago cada vez que hago algo mal.

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