es horroroso
lo habíamos visto de lejos
nadie lo pudo prever
todavía hoy algunos dudan que haya sucedido verdaderamente
la mayoría
ha decidido olvidarlo de forma voluntaria
otro pocos
se han abandonado a las urgencias diarias
ya nadie escribe como antes
come como antes
huele como antes
camina como antes
todo parece haber cambiado
inevitablemente
nadie piensa como antes
inevitablemente
martes, 30 de octubre de 2018
nuevas formas resistencia / antiguas formas de placer / estrategias para sucumbir
me resisto a no dar con ella
a perderla como quien pierde cualquier cosa
soñé que me acariciaba
que percibía de cerca su olor
que podía sostener su mano y pillarle en mi entrepiernas
para luchar acompañado los últimos 40 minutos de sueño antes de tener que despertar
inevitable
en la mañana salí a buscarla
sólo recordaba su rostro y sus nalgas marcadas contra el pantalón cuando me daba la espalda para atenderme
el color morado de sus zapatillas
y la sonrisa pícara típica de la región y que hasta ese día me había parecido insoportable
acudí dos días al mismo lugar a la misma hora con la esperanza de dar con ella
deseando sin saberlo que ella también estuviese acudiendo a su rutina con la misma urgencia de compartir 30 o 40 palabras matutinas; y 50 - 60 respiraciones turbias en la tarde
nada más
luego quedaría algún número de teléfono almacenado con su imagen de preferencia
y algunas ganas sin fuerzas suficientes para convertirse en valor
o mejor aun, en arrojo
en humor
en algo más las masturbaciones usuales con las que me entretengo en mi timidez recién armada
no sabremos de ella del mismo modo
no la encontraremos con su acento alegro en el café
no le acompañarán sueños tiernos
brazos, senos ni caricias imaginarias
yo permaneceré sólo
cómodamente imaginando ahora
listas de libros para leer
para inventar amores sin sexo
sin cuerpo
conmigo en alguna esquina mirando de lejos a la gente en la estación
a perderla como quien pierde cualquier cosa
soñé que me acariciaba
que percibía de cerca su olor
que podía sostener su mano y pillarle en mi entrepiernas
para luchar acompañado los últimos 40 minutos de sueño antes de tener que despertar
inevitable
en la mañana salí a buscarla
sólo recordaba su rostro y sus nalgas marcadas contra el pantalón cuando me daba la espalda para atenderme
el color morado de sus zapatillas
y la sonrisa pícara típica de la región y que hasta ese día me había parecido insoportable
acudí dos días al mismo lugar a la misma hora con la esperanza de dar con ella
deseando sin saberlo que ella también estuviese acudiendo a su rutina con la misma urgencia de compartir 30 o 40 palabras matutinas; y 50 - 60 respiraciones turbias en la tarde
nada más
luego quedaría algún número de teléfono almacenado con su imagen de preferencia
y algunas ganas sin fuerzas suficientes para convertirse en valor
o mejor aun, en arrojo
en humor
en algo más las masturbaciones usuales con las que me entretengo en mi timidez recién armada
no sabremos de ella del mismo modo
no la encontraremos con su acento alegro en el café
no le acompañarán sueños tiernos
brazos, senos ni caricias imaginarias
yo permaneceré sólo
cómodamente imaginando ahora
listas de libros para leer
para inventar amores sin sexo
sin cuerpo
conmigo en alguna esquina mirando de lejos a la gente en la estación
sábado, 13 de octubre de 2018
los rostros delatan
ninguno me ve
nada me delata
a veces extraño cruzarme con vivos
no sé con exactitud que extraños de ellos
deben las sonrisas
acá lejos
todo el mundo esta muerto
y yo creo que he muerto con ellos
a veces
algún vidente curioso
se las arregla para montarse en el tren
y cuando sin culpa
me asomo con prisa a la puerta del metro para entrar desesperado
una criatura ocasional
por lo regular de cabello largo y negro
me sonríe y me mira a los ojos
me interroga con detenimiento
buscando adentro mío
algo que todavía permanezca tan vivo como el rostro que me obligó a mirarme
nada me delata
a veces extraño cruzarme con vivos
no sé con exactitud que extraños de ellos
deben las sonrisas
acá lejos
todo el mundo esta muerto
y yo creo que he muerto con ellos
a veces
algún vidente curioso
se las arregla para montarse en el tren
y cuando sin culpa
me asomo con prisa a la puerta del metro para entrar desesperado
una criatura ocasional
por lo regular de cabello largo y negro
me sonríe y me mira a los ojos
me interroga con detenimiento
buscando adentro mío
algo que todavía permanezca tan vivo como el rostro que me obligó a mirarme
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